19 de mar. de 2015

Presentación de la poeta argentina Irene Gruss en el Aula Literaria Jesús Delgado Valhondo de Mérida


En primer lugar quiero agradecerle a José MaríaCumbreño la deferencia que tuvo conmigo invitándome a presentar a Irene Gruss, poeta de la que nada sabía, ni siquiera había leído algún verso suyo. Esto para mi no es malo, más bien, todo lo contrario, el desconocimiento de una autora, en este caso, provoca la necesidad de descubrir su verso, sus poemas, en definitiva, meterme en su mundo poético. Además, nada me condiciona de entrada, lo que ayuda a forjar una idea más clara de lo que recoge su obra.

La verdad es que no me resultó difícil resistirse a la invitación de Chema, que me dijo: Creo que puede ser interesante que un gallego de verdad presente a una argentina. Te agradezco lo de gallego de verdad, uno intenta ser lo poco que en realidad es. Además, los gallegos consideramos que en Argentina está nuestra 5ª provincia, por el número de compatriotas que allí viven, y nuestros nexos de unión son intergeneracionales.


No os voy a hablar de la biografía de Irene Gruss, la tenéis en el cuadernillo y, también en la Wikipedia. No deja de ser curioso que la Wikipedia en alemán recoja una reseña mucho mejor documentada que en español.

Cuando empecé a leer sus poemas sueltos, fui incapaz de concretar una idea clara sobre su obra, por fortuna, me hice con su obra (in)completa, publicada bajo el título La mitad de la verdad, y empecé a entender a la poeta, de algún modo me dejé arrastrar a su mundo creativo.

Irene Gruss publica su primer libro con 32 años, en 1982, podríamos pensar que a una edad tardía, pero no. Explico por qué. Ese primer libro La luz en la ventana, es la raíz de la que aflora toda su obra, a mi entender. El verso va desnudando la tristeza con la que se envuelve el invierno, que es la metáfora de lo que nos constriñe, la pérdida de la luz, la desazón que provoca lo irrecuperable.

También ahí encontramos una eclosión de imágenes en forma de espejos, memoria, muerte. Los interiores habitados y deshabitados por los que transita el ser humano. El desahogo de la confesión, redimir la pena de lo más querido, erigir un presente con palabras hasta entonces mudas. La sutil insinuación de quien busca un destino definitivo en el vuelo, la embriagada duda que subyace cuando el pensamiento no abarca la necesidad de conformar el entendimiento.

Asoman las cenizas, pero, la ceniza que es la metáfora de lo consumido, de lo que se perdió o evaporó, es también la semilla de una nueva primavera, de los deseos recobrados, la ceniza es el fin y el comienzo.

El mundo incompleto

Para la poeta, para los poetas, el mundo siempre está incompleto, pese al amor, la felicidad o la superación del miedo. Todo se construye desde el vacío, desde la necesidad o la convulsión, al menos eso creo yo en cuanto a la poesía y a la creación se refiere.
Dijo Alejandra Pizarnik: Las palabras / no hacen el amor / hacen la ausencia / si digo agua ¿beberé? / si digo pan ¿comeré?.

Entender y entenderse, la filosofía de género, la búsqueda de las respuestas que no satisfacen, ese tránsito por la compresión incomprendida de la razón, el verso como placebo de lo irresoluto.

La calma

La autora nos arrastra por la convulsión de lo contrapuesto, sutilmente nos llena con imágenes antagónicas para mostrar ese mundo poético en el que transita cómodamente, pese a lo convulso de la metáfora. La madurez poética es un hecho irrefutable en el vuelo de este poemario. Nada es en sí, lo que en sí es la verdad que aflora de la palabra, la palabra no es otra cosa que la semiente que germina y se yergue esplendorosa acariciando un sol de agua que fluye detenido para ahogar el sufrimiento.

Sobre el asma

La constancia en la repetición abre la puerta a la musicalidad de los sonidos que exhala o inhala con la plenitud del alma, la oquedad que llena la presencia materna, el refugio del miedo, de la impotencia y la necesidad de no sucumbir sin aire, con aire.

Solo decontralto

En este libro el/la lector/a se verá envuelto por la palabra, por la sonoridad de cada verso. Bailar con las imágenes que se proyectan como auroras boreales suavemente en el substrato de la transparencia.

Aquí la poeta construye un diálogo riquísimo de metáforas que nos muestran su mundo creativo con la omnipresencia del viento que todo lo acaricia. Este libro es la cumbre de su verbo, desde aquí el vuelo es sobre la inmensidad abarcable del tiempo. Se puede resumir la plenitud del libro con estos versos suyos: Pájaros cantan en la mañana / soleada. / Quién piensa en el cuervo.

En el brillo de uno
En el vidrio de uno

Irene Gruss busca en la óptica de lo que no es, y es. Nos muestra la mirada de una autora ávida y lúcida con la palabra. Sirvan como reflejo estos versos: No ve / lo pequeño que son las cosas. / Delirio de grandeza / en la mirada.

Aquello que se condensa, que se muestra irrelevante, es el vértice sobre el que erige el verso, el poema transforma la ceguera en luz, o las noches en plenilunios. Resulta muy interesante el juego de ilusiones ópticas que la poeta desgrana en ese libro de brillos y vidrios. Luces que se miran y no se ven, ojos transparentes.

La dicha

Dijo Rosalía de Castro: Es feliz el que soñando muere. Desgraciado el que muere sin soñar. En este poemario los versos fluyen como el agua de un manantial, como el tiempo que se ha ido, como los sueños que se han evaporado. Soñar es vivir, vivir es sentir la realidad de lo soñado. En los primeros poemas, la poeta, nos habla en pasado de su comunión con la naturaleza, con el mar que protagoniza su pensamiento, que le tienta y le tiende su mano, inabarcable, acuosa.

Luego, a medida que nos vamos adentrando en ese mundo de imágenes, la autora busca en la palabra contrapuesta la solución a los límites del lenguaje, el vocabulario no llega, no cubre el vacío de preguntas que preguntan y no hallan respuestas, o las respuestas son una nueva pregunta. Esto es algo que los gallegos entendemos bien, se nos define como aquellos que siempre responden con una pregunta.

Sigue su curso el verso, no detiene su fluir, y se muestra en nuevos trabajos (La pared, Música amable al fin y Notas para una tanza). Irene Gruss continúa su búsqueda de respuestas con preguntas que responden con preguntas, una espiral que atrapa al inconformista, al que en silencio grita su silencio, al que finge su dolor, como dijo Pessoa, con poesía, siendo poeta.

En ocasiones, algunos pensamos en el sentido de las cosas: por qué nos sucede tal o cual hecho, qué motivó esto, aquello, lo otro… Pero, me interesa más el sentido poético de las cosas, de ahí se nutre la poesía. José Saramago dijo: “no se le pregunta al poeta qué pensó o sintió, precisamente para no tener que decirlo compone versos”. El sentido que cada lector le da al poema, y que lo convierte en único; esa interacción, esa mutación, hace que la poesía permanezca viva y se transforme con cada nueva lectura.

Para Irene Gruss la palabra es una llamada de atención, una fisura en la planicie del conformismo, la palabra es el detonante y el remedio a la atonía generalizada. La poeta busca su propia voz para diferenciarse con su canto en medio del mundanal ruido, la poeta es la opción y la contradicción, la palabra y el silencio, la respuesta y la pregunta.
 

Muchas gracias. 

Fotografías: Eladio Méndez.

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