¡Ay, las calles!, estas calles
que revientan
estrechez hasta la locura.
Faustino Lobato.
Allí donde anida el tiempo
voy en ocasiones a encontrarme
y me pierdo en los rincones
de recuerdos que calman
mi soledad endémica.
Me agasaja el Sol que calienta
las gargantas dormidas
de las gárgolas soñadoras,
y escucho el discurrir del agua
en este ecuador transparente
de sensaciones.
Pero no dejo de soñar
con el placer que me produce
volver a ti,
y derretirme en los pétalos
que pueblan los Golfines,
y levitar a La Montaña
para mirarte una y otra vez,
y poseer tus campanarios
y las Veletas,
para descansar en Bujaco
con los últimos destellos de día.