En este campo
estuvo el mar.
Alguna vez volverá.
Miguel Hernández
Se perdió la sombra
de los muros transparentes
para siempre.
Las huellas
se perdieron de sus manos
y sus pies dejaron de marcar
esos pasos necesarios
en el resoluto tiempo de penumbra.
Apenas quedan yugos
que retengan en la memoria
la yunta con la que esculpías la tierra,
y aún puedo escuchar los llantos,
los lamentos,
y palpar las heridas abiertas
(más abiertas que nunca)
que evidencian lo injusto
de su injusta muerte.
Pero me quedan sus renglones,
renglones de su sangre latente
que alientan la esperanza
de escucharle de nuevo,
de escuchar de nuevo
esas voces apagadas
pero jamás calladas.
4 comentarios:
Me encantó. Un abrazote amigo. Tino
Apagadas, tenues, jamás calladas...
Un gustazo este poema Suso.
Feliz verano.
Muchas gracias a los dos, es un placer contar con vuestra amistad y con vuestras opiniones
Enhorabuena por tu blog.Felicidades!
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