Me conquista la voluntad de un alma reflexiva,
doliente con las penas que cobijan el etéreo sentir,
manifestándose la tristeza en plenitud,
ocultando los ojos
a la luz que convive con su presencia
pero no habita en ese tallo seco en la soledad
que se aposenta traicionera sobre las hojas,
mustiando irremediablemente
las ansias de un futuro
que ni es presente,
y si acaso reflejos de un sutil pasado.
Publicada en Voz Emérita
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