16 de xuño de 2010

A Miguel Hernández

En este campo
estuvo el mar.
Alguna vez volverá.
Miguel Hernández

Se perdió la sombra
de los muros transparentes
                                               para siempre.

Las huellas
se perdieron de sus manos
y sus pies dejaron de marcar
esos pasos necesarios
en el resoluto tiempo de penumbra.

Apenas quedan yugos
que retengan en la memoria
la yunta con la que esculpías la tierra,
y aún puedo escuchar los llantos,
                                               los lamentos,
y palpar las heridas abiertas
(más abiertas que nunca)
que evidencian lo injusto
de su injusta muerte.

Pero me quedan sus renglones,
renglones de su sangre latente
que alientan la esperanza
de escucharle de nuevo,
de escuchar de nuevo
esas voces apagadas
pero jamás calladas.

Publicado en Voz Emérita

4 comentarios:

faustino lobato dixo...

Me encantó. Un abrazote amigo. Tino

Mamen Alegre dixo...

Apagadas, tenues, jamás calladas...

Un gustazo este poema Suso.

Feliz verano.

Suso Díaz dixo...

Muchas gracias a los dos, es un placer contar con vuestra amistad y con vuestras opiniones

angela dixo...

Enhorabuena por tu blog.Felicidades!